Tres niños delante, Lucas y Marcos de 10 años y Laura  de 7. 

A petición de la madre y después de una experiencia vital complicada, quiere que Curro le aplique NSC a Lucas. 

Son niños y la madre buscaba la mejor manera de ayudarles con NSC  sin que ello supusiera algo complicado para ellos y sea fácil para Curro. 

No hacía falta pensar tanto. Curro toma las riendas. 

Primero decide el escenario,  mejor en el salón, fuera del entorno de la consulta. Eso ayuda a crear el ambiente distendido que necesita. 

– Yo soy mago, sabes. ¿Quieres que te haga un truco de magia?

Lucas centra la atención en él. Está diagnosticado de TDAH y no es fácil. Sin embargo, se queda quieto.

– Mírame, que no vean el truco los demás. 

El resto, Marcos y Laura, también centran la atención, pues les supone un reto enterarse de lo que ocurre.

Y empieza la magia. Se crea una atmósfera de paz y misterio a la vez. Un silencio que sólo se interrumpe por el ruido de las miradas curiosas de los niños, la respiración expectante de la madre  y el sonido de la voz del mago.

– ¿Cuántos años tienes?

– 10

– Mira, esto es la “lámpara de la alegría”. 

– Enciéndela. Mira cuántos colores. 

– Ahora vamos a contar hasta 10 tirando de tus brazos y verás que, en algún número uno de tus brazos es más largo.

Empieza el testaje bajo la mirada atenta y curiosa Lucas y la expectación de los demás allí reunidos.

Cuando aparece una cicatriz emocional en una edad concreta, Curro dice:

– ¿Ves? 

– Este brazo es más largo. Ahora vamos a poner la “lámpara de la alegría” en este punto de aquí y verás que luego tu brazo vuelve a su lugar.

Lucas lo mira con mucha atención, totalmente absorto en el truco. Curro aplica el Cromalux y le muestra que su brazo vuelve a su longitud normal. 

Los tres niños sonríen y miran con admiración al mago. La madre abre los ojos con sorpresa y emoción porque ha reconocido la cicatriz y le parece realmente mágico todo lo que allí está ocurriendo.

El mago sigue con el testaje y el tratamiento, manteniendo la magia. La atención de los tres niños es total. La paz se puede sentir, respirar.

Cuando finaliza el testaje y el tratamiento de las cicatrices emocionales, el mago le da Lucas la “lámpara de la alegría” y le dice:

– Ahora siéntate en ese sofá y pon la “lámpara de la alegría” en el lugar de tu cuerpo que tú quieras o que creas que necesitas más alegría.

Lucas, con una sonrisa de satisfacción se sienta al lado de su madre y creyendo en la alegría que le aporta la lámpara, la pone en varias partes del cuerpo.

Mientras, los demás niños también quieren que les haga el truco de magia.

Y así, ante la mirada asombrada  de la madre, Curro va aplicando NSC a los niños.

Esta es una historia real donde se han cambiado los nombres a los niños para respetar su anonimato. Es el testimonio de la familia contado con todo el cariño hacia Curro, Francisco Lucena creador del Nuevo Sistema Craneal.

Agradecemos su testimonio y lo damos a conocer para que otras familias se puedan beneficiar de una técnica que está dando grandes resultados en consulta a niños y adultos. Una técnica en la cual se aplican protocolos de actuación y que pueden se adaptan para poder ayudar siempre al consultante.

Las heridas emocionales son la causa de muchos síntomas y llegar a su origen es el principio de su desaparición.

Si tú también quieres aprender NSC puedes ver toda la información del curso que realizaremos próximamente en este enlace.

NSC es un camino nuevo para el equilibrio vital.